viernes, 11 de enero de 2013

Nusch Éluard: la musa desnuda

La segunda esposa del poeta Paul Éluard fué modelo de Picasso, Miró, Matisse... tuvo una vida corta pero fascinante.

Su belleza es misteriosa, y ella lo sabe, y su mirada es una tela de araña sobre la que no dejan de enredarse las pupilas ansiosas y seducidas de los hombres que se cruzan con ella. Como dos jóvenes poetas que otro día de más han salido de caza erótica y en busca de las musas por los bulevares parisinos, como un tal André Breton hiciera años antes tras la sombre de Nadja.

Son íntimos, amigos del alma, y camaradas del ardiente batallón del surrealismo: Paul Éluard y René Char. María se roza con ellos. Está cansada de sus recuerdos volátiles de acróbata en el circo de su padre, está más que harta de malvivir al echar las cartas a los transeúntes del Barrio Latino. Y tiene hambre. Muchísima hambre, sueña todos los días con una bandeja de cruasanes, con un café caliente... Por eso se siente como en un sueño cuando estos dos jovencísimos (y no feos) poetas la invitan a un trago, y a un tentempié.

Un taxi hacia el amor

El idilio entre Paul y María surge al momento. Char para un taxi y le indica al chófer: «¡Llévelos al número 7 de la rue Becquerel!». La noche será interminable para la pareja, aunque se les haga corta. Al amanecer, María ya no es María, ya es Nusch Éluard, compañera, amiga, amante, novia, hermana, madre, camarada y musa, casi siempre desnuda, del poeta.

«El surrealismo es el punto de encuentro de los embelesos, el sueño, el alcohol, el tabaco, el éter; el opio y la morfina, pero es también rompedor de cadenas; no dormimos, no bebemos, no fumamos, no nos pinchamos y soñamos», había escrito Breton en el «Manifiesto del surrealismo», en 1924.

Picasso la quiso, pero «no de esa manera»

Nusch iba a ser desde entonces el paisaje en el que muchos surrealistas se desnudaron, el territorio que con más pasión recorrieron: Char, Man Ray, Paul, Dora Maar, los Tzara, Joan Miró, Matisse (ambos la retrataron) y hasta Picasso que la quiso con locura toda su vida, «pero no de esa manera», aunque el propio Éluard quisiera que el malagueño y su compañera compartieran cama alguna vez. Nusch nunca vivió para sí misma. Vivió para los otros, para todo ellos. Una y otra vez se entregaba, posaba para ellos como un ángel, también para Man Ray y Dora, que también la amaron.

Hace unos meses se publicaba en España una bella biografía de Nusch. No era exhaustiva (su intimidad siempre fue bastante misteriosa) pero era de gran lirismo, escrita por Chantal Vieuille y publicada por Circe. «La hermosa Nusch avanza cual mujer libre, cual bruja, cual hada, cual sirena –escribe Vieuille–. Silueta fina y delicada, impone su imagen en el Panteón de las grandes figuras femeninas de los surrealistas, cual musa al servicio de una revolución artística».

Pronto nacen los primeros poemas de Éluard dedicados a su musa: «La Vie inmediatez». Todo para ella, todo de ella, todo por ella, aunque a veces pareciera que su belleza estuviera socializada y fuera un poco de todos, y ella, Nusch lo supiera. Recuerda la biógrafa: «El territorio de Nusch está circunscrito al cuerpo; cremas, ungüentos, perfumes, bálsamos, aceites, esencias, esmaltes de uñas, polvos, cremas depilatorias, tintes para el cabello, mascarillas, cualquier cosa vale para preservar la belleza del cuerpo».

Mientras, de vez a en cuando, es decir a menudo, el poeta Éluard sigue escribiéndole a Gala, hasta a Figueras donde descansa con Dalí: «Gala, eres para mí la encarnación del amor, la encarnación más total del deseo y del placer erótico. Eres toda mi imaginación....».

Paul y Nusch no tienen un duro, ni tampoco buena salud, y Europa está de infarto tras la llegada de los nazis al poder en 1933, año en el que a su vez Paul Éluard es expulsado del Partido Comunista. La mayoría de los surrealistas ya se han percatado del despotismo asesino de Stalin.

El 21 de agosto de 1934 Nusch y Paul se casan en los juzgados del distrito XVII de París. André Breton es testigo de Paul; René Char, de Nusch. Un día antes de la boda, el poeta ha vuelto a escribirle a Gala: «La vida, la poesía, las mujeres, los grandes viajes, los pequeños paseos, nada de eso me es posible si no puedo verte ni oír tu voz. Necesito tu desnudez para desear ver otras desnudeces».

Dolor y amor

Sin embargo Paul y Nusch se aman intensamente, se calman mil y un dolores el uno al otro, son, ante todo, cómplices en el arte y en la vida, habitantes de un mundo al que no suelen tener acceso la mayoría de los mortales.

Nusch ha sido modelo y musa de Man Ray, y el fotógrafo norteamericano y Paul Éluard firman en 1935 un libro llamado «Facile»: doce fotos eróticas y doce poemas en torno a la figura de Nusch. Belleza, en estado puro. Luego será Dora Maar quien la retrate, justo cuando comienzan sus relaciones con Pablo Picasso. Por cierto, Dora traza un perfil de totalmente distinto al de Ray.
Menage à dix

Sin embargo, el fantasma de la Guerra Civil española también llega a los corazones. Y son días en los que los Éluard firman manifiestos, peticiones, ruegos, se manifiestan, claman y declaman, mientras pasan las tardes de domingo en el parque de atracciones de la Foire du Trône, instalado en la Porte Dorée, la terra mitíca de los surrealistas. En el verano de ese terrible 1936, en julio, los Éluard y buena parte de sus amigos se han tomado un buen descanso en Cornualles, en la casa del escritor inglés surrealista inglés Roland Penroseen Cornualles, durante una intensísima semana erótica, en algo más que un menage à trois, más bien un menage à dix.

La salud física, mental y económica de la pareja sigue en horas bajas. Paul sigue sufriendo con sus problemas pulmonares y Nusch sufre un insomnio insoportable. Jacques Lacan, entonces un joven psicoanalista la recomienda que escriba, que pinte. «¿Escribir?», se pregunta Nusch. «Ya hay un escritor en casa». ¿Pintar?». «No sé». Finalmente se inclina por los collages, los hace preciosos, aunque pocos, apenas seis.

Amor clandestino

Las orugas de los panzers alemanes chirrían por los campos Elíseos. Francia ha sido ocupada por los nazis. Los Éluard pasan a la clandestinidad, se esconden, pero no se rinden. En abril de 1943 los aviones ingleses de la RAF bombardean las tierras francesas con una munición muy especial, un poema llamado «Libertad». Es de Éluard, lo ha escrito en 1940 y se llamaba «Un solo pensamiento», con Nusch de protagonista, pero su nombre desaparecerá y aparecerá esa palabra mágica, «Libertad», título por fin de uno de los poemas más famosos del siglo XX.

La libertad llegará y Paul Éluard se recorrerá media Europa donde es reclamado como uno de los grandes poetas del momento. En el otoño de 1946 decide tomarse un descanso. El 28 de noviembre de 1946 lejos de él, lejos de su Paul, sobre una calle de París muere Nusch Éluard a consecuencia de una hemorragia cerebral.

El 2 de diciembre es enterrada en el cementerio de Père Lachaise. Un año después, el poeta se despedirá para siempre de ella por escrito bajo el seudónimo de Didier Desrcohes en «Le Temps déborde», con fotos de Nusch hechas por Man Ray Dora Maar: «Veintiocho de noviembre de / mil novecientos cuarenta y seis / No envejeceremos juntos / Ése es el día / Que sobra: el tiempo se desborda».

Fuente: www.abc.es

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